domingo, septiembre 05, 2010

La bicicleta del cura.


En la misa dominical, al momento de la prédica, un cura de pueblo, muy enojado, se apoya en el púlpito y dice con tono muy grave:
-El sermón de hoy lo voy a dedicar a ustedes, ladrones, porque ayer sábado me robaron la bicicleta. Cosas como estas no pueden suceder en este pueblo, y menos en esta comunidad, en la que todos nos conocemos desde pequeño y donde Dios ha sembrado su semilla de dicha y felicidad. Pero eso no quita, ni minimiza, lo que han hecho el día de ayer. ¡Se robaron mi bicicleta!
El primer mandamiento dice: "Amarás a Dios, sobre todas las cosas", pero ustedes no aman a Dios, porque quien roba NO ama a Dios. ¡Ladrones de mierda!
El segundo mandamiento dice: "No usaras el nombre de Dios en vano", pero quien roba, reniega de Dios, pues sin mi bicicleta ahora tengo que caminar bastante para llegar a la otra comunidad y poder predicar su palabra.
El tercer mandamiento dice: "Santificaras las fiestas y el Domingo como día del señor", sacrílegos de mierda, que se han robado mi bicicleta sin ninguna consideración.
El cuarto mandamiento dice: "Honrarás a tu padre y a tu madre", pero ustedes parecer que no tuvieron ni uno ni la otra. ¡Mierdas! Pues si no, les hubieran enseñado a no robar.
El quinto mandamiento dice: "No matarás", pero ustedes han matado la ilusión que tenía con mi bicicleta nueva, de manera que ahora mismo me van diciendo quien fue el grandisimo hijueputa que me robó mi bicicleta.
El sexto mandamiento dice: "No fornicarás"-
En eso, el curita se queda pensativo unos segundos y dice sorprendido:
-¡Puta madre! ¡Ya me acordé donde dejé la bicicleta!-
BWAHAHAHAAAHA!